Muy buenos días yoguis!
Un viernes más aquí me tenéis para compartir lo que esta semana ha dado de sí en mi aprendizaje sobre el yoga, en concreto de la disciplina de Asthanga.

Estos últimos días han sido de reflexión para mí. Luego os cuento por qué.

He seguido leyendo, buscando más información para complementar a mis libros y también he seguido practicando la serie nada más levantarme.

Lo que hago es, levantarme, beber un vaso de agua del tiempo, voy al baño, me cambio y a la esterilla. Me pongo la lista de Peace de Spotify y comienzo la primera serie. Os confieso que hay días en que el sueño amenaza seriamente la práctica, pero aplico la norma de «no pensar y hacer» y cuando me doy cuenta ya estoy terminando. También hay días en los que la rigidez de mi cuerpo es más acusada y antes de forzar ningún movimiento, paro la serie, esté donde esté ( siempre hago como mínimo los saludos al sol), y me pongo a meditar. La meditación es algo que no falla ningún día y aunque reconozco que no todos los días sale igual de placentera, si estoy notando la mejoría en mi capacidad de observación y de estar en el aquí y ahora. Sin duda alguna la práctica lo mejora todo.

Pero como os decía, llevo ya varios días ( semanas ) reflexionando sobre mi futuro. Tengo la necesidad de hacerlo, ya que mi cabeza tiene la sensación de que hay algo que no está «definido» y hay que dar pasos para avanzar. Pero claro, me he preguntado a mí misma, el qué, qué tengo que definir para avanzar. Tan solo siento una sensación de que hay algo que no termina de estar bien, pero no termino de saber que es.
Después de observar mis sensaciones y sentimientos, de hablarlo con personas que me han escuchado y han intentado ponerse en mi lugar, e intentando ver esas sensaciones desde una perspectiva distinta, alejada, como si yo fuera otra persona, y he llegado a la conclusión de que tengo que tomar una decisión que afectará a mi futuro como persona y a mi futuro laboral.

Siempre he trabajado, desde los 16 años que dejé los estudios, comencé a trabajar. Daba igual dónde, las horas que hubiera que hacer, me gusta trabajar, me gusta tener horarios y saber que sirvo para algo. Con los estudios termine mal, no fue una buena experiencia personal y siempre he tenido ese resquemor de que no servía para eso. Cosa que con el tiempo comprobé que no era así. Sin duda alguna a veces hay que madurar para entender las cosas mejor.

Sin embargo trabajar fuera de casa siempre me ha gustado, pero luego, con los años llegó mi hijo Mi amor a él y la responsabilidad que sentí al ser madre fue mayor que mi gusto por trabajar. Así que lo dejé para dedicarme a lo que para mí es el mejor ( y más duro) trabajo que puede tener una mujer, ser madre.

La cuestión es que cuando dejé de trabajar lo hice con la intención de volver a hacerlo cuando mi hijo fuera más mayor y esa época está cada día más cerca.

Así que llevo ya unas semanas pensando en mi vuelta al mundo laboral, tal y como está la cosa no es cuestión de un día para otro.
Además tenía que tomar otra decisión, en qué quiero volver a trabajar. Y ahora es cuando estaréis pensando que en mi caso es algo obvio, enseñar yoga.

Pues bien, para mí no ha sido una decisión tan fácil. Formarme como profesora de yoga sencillamente no entraba en mis planes.
Pero después de darle muchas vueltas a la cabeza intentando aclarar el por qué de esa negación mental a algo que parece tan lógico, he llegado a la conclusión de que es miedo. Miedo a no ser capaz, a no estar a la altura de saber enseñar algo que a mí me ha cambiado la vida y a lo que tengo tanto amor y respeto.
Y ese miedo me estaba impidiendo ver las cosas con claridad.

Pero ya he tomado una decisión, en estas próximas semanas voy a averiguar qué y cómo hay que hacer para comenzar la formación como profesora de yoga.

He comprendido que poder trabajar en algo que te llena tanto es un lujo! Y si no lo hago sé que algún día me arrepentiré.

Sé que será difícil, vivo en un pueblo. Me tendré que desplazar y será un nuevo esfuerzo económico para la economía de mi hogar. Voy a necesitar la ayuda de la gente que me rodea para poder llevarlo todo con tranquilidad. Pero tengo la seguridad de que el apoyo de mi familia no me va a faltar.

Y por otro lado estáis vosotros, todos los que cada día me dedicáis parte de vuestro tiempo para ver mis progresos, mis reflexiones, mis propuestas. Siento que os debo una información más veraz, más contrastada y mejor formada. Aunque en el fondo siempre será desde mi experiencia personal.
Vuestras palabras de cariño diarias a través de las redes me transmiten un apoyo enorme, de verdad no sabéis cuánto! GRACIAS!

Así que como todo lo que he ido compartiendo a lo largo de todo este tiempo este proceso también lo veréis y espero que me acompañéis.

Y así ha sido mi semana. Aceptando que he llegado a mi tope en la primera serie de Asthanga yoga y aceptando que ha llegado el momento de dar un paso más en esta vida que me ha tocado llevar.

Admito que no son grandes problemas, ni siquiera son problemas. Pero a veces nuestra cabeza se ofusca con la noticia o decisión más tonta y eso en el fondo solo lo sabe al que le pasa.
No subestiméis nunca los «problemas» de los demás, por simples que os parezcan. La mente es muy mala y si no sabemos pararla a tiempo, lo que comenzó siendo una pequeñez, puede convertirse en algo mucho más grave.

Cuando os toque tener a alguien al lado que se siente «perdido», intentad escucharle de la forma más sincera que podáis. Sin juzgar, sin decidir por el, solo escuchando y, como mucho, haciendo sencillas preguntas que le hagan reflexionar desde otro punto de vista y, quizá así, romper ese bloqueo mental.

Aunque todo esto que os recomiendo no quiere decir que funcione al cien por cien. Desde luego es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Pero por lo menos tenemos la teoría, intentemos llevarla a la práctica.

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En la foto estoy practicando en uno de mis queridos amaneceres con un conjunto de mallas y camiseta de Mi Active Wear.

Os seguiré informando de los pasos que vaya dando y por supuesto lo iréis viendo en Instagram y demás redes sociales.

Una y mil veces gracias por estar ahí cada día!

Blanca